Espontáneamente, miles de sampedranos se volcaron a las calles para manifestar su apoyo total a las nuevas autoridades del país, así como su amor por la paz y democracia.

Por primera vez en la historia, una multitudinaria manifestación se convierte en una fiesta cívica en el centro de la capital. Todo fue en orden y se pidió que se respete el sistema democrático en Honduras.

Millares de personas, sin distingos de colores políticos, se unieron por un solo objetivo: dar un irrestricto respaldo al nuevo gobierno constitucional.