Resumen:
Desde la más remota antigüedad, se ha pretendido averiguar el número total de
habitantes de un país. En algunos de los imperios de otros tiempos sé hicieron
tentativas para determinar la magnitud aproximada de la población, con objeto de
calcular el número de individuos que podían reclutarse para las fuerzas armadas,
el de esclavos que podían dedicarse a servicios públicos, y de personas en
condiciones de pagar impuestos. De manera similar los jefes de sociedades
tribales querían saber el número de familias de las distintas subdivisiones, para
calcular la superficie necesaria para los pastos de cada estación o el número de
representantes que debían participar en las reuniones del consejo.
En los tiempos modernos, las funciones de la administración pública se han hecho
cada vez más complejas. Además de velar por el mantenimiento de la ley y el
orden, se ha confiado cada vez más al gobierno la planificación de los programas
económicos y sociales; esta labor requiere un conocimiento bastante aproximado
del número total de habitantes de un país, su ritmo de crecimiento, distribución
entre las distintos departamentos y ciudades, composición por sexo, edad, grupos
étnicos, nivel de instrucción y ocupación en las distintas ramas de actividad económica, entre otros aspectos. Cuanto más amplio sea el desarrollo técnico
alcanzado por un país, tanto mayor será la necesidad de disponer de datos
exactos y detallados.